A la entrada nos daban una cajita con dulces y nos recibían los del centro de alumnos.
Cada pupilo se iba a sus salas para comenzar la gran convivencia, en la cual no faltaba la bebida cola y las papas fritas, convivencia en la cual compartías con tu grupo que te juntabas todo el año y de los demás ni te acordabas.
Después de aquella grata convivencia se reunían todos los cursos en el patio central en donde los profesores daban a conocer todas sus dotes histriónicas.
Bailando, cantando, actuando o cualquier cosa que se le pareciera, lo hacían por nuestro día, y era ahí en donde nos dábamos cuenta que no solo sabían poner notas, mandar tareas y anotarnos en el libro de clases.
Luego de aquella demostración venia lo que todos esperábamos con ansias, la fiesta. Esa en donde escuchábamos la música que estaba pegando en el momento y una que otra cancioncita del pasado para alborotarnos un poco.
Tarde en la que también algunos aprovechaban para declararse y poder conseguir algo más que bailar.
Pasados a humo de cigarrillo y con las luces láser todavía en nuestras cabezas salíamos de aquella jornada.
Pero esto no terminaba aquí, mas de alguno se conseguía la casa para terminar como Dios manda aquel día del alumno.
Santiago
No hay comentarios:
Publicar un comentario