En el liceo cada día de clases era totalmente distinto, en eso influían muchísimas variantes como los ramos, los profes, el clima, la época del año; pero hubo algo que no cambio durante todo el periodo escolar de primero a tercero.
El profe rezongaba y nos retaba ya por cumplir solamente mas bien era una costumbre.
Tras ello nos preparábamos luego para ir en busca de aquella señorita con la cual entablábamos una relación mas cercana en la fiesta del sábado anterior, tomando las medidas del caso con el perfume, las pastillas de menta, el desodorante y todo lo que nos podría ser útil para la conquista, a lo que aportábamos todos los del grupito de amigos hasta el encuentro con ella y seguir con la agradable conversación banal que la única intención era tener un nuevo acercamiento con ella, fueron varias las ocasiones que lo intentamos y no hubo respuestas. Hasta que un lunes como cualquier otro entre pucho y frituras, en el paradero apareció con su pelo húmedo aun por la ducha de la mañana; cuando nos miramos y pensamos “ era la mina con la que había estado el fin de semana” mayor fue la sorpresa cuando se acerco y tomo mi mano llevándome con ella.
Milo
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